Pachi Patas es un panadero que vive en París. Todos los días
lleva el pan al palacio real. Vive con unos parientes en el Paseo de Panamá.
Lleva siempre un pañuelo rojo al cuello y una capa negra para no pasar frío...
Un día apacible de primavera, Pachi Patas paseaba por el
parque con su amigo Pancho cuando apareció un pastor de patos que entraba en un
bar. Era de otro país, Paraguay, y habló con Pamela y Paulina, las camareras,
pidió pan para sus patos y unas patatas para él. Pancho y yo pensamos que era pacifico.
Pasto y pan, eso se empapuzaban los patos, hasta que picotearon a todas las
personas del bar. El pastor era muy patoso y daba patadas a los patos pero no
pillaba a ninguno. No pagó y se fué. Yo perseguí al pastor pero no fuí el
primero, Pancho también. El pastor se empotró contra un poste y después contra
un palo, cogió un patinete prestado y intentaba parar a los patos que corrian
por el pueblo, pero todos en pandilla. Yo soy muy impaciente y esperaba que
pasara algo. Pancho se estaba partiendo de risa, no paraba, decía que era
penoso. El pastor paró a los patos. Pancho y yo fuimos a jugar a la pelota, en
una pista de deportes, pero era aburrido y nos pasamos al padel, y al
ping-pong. Que dia más perfecto, Pancho y yo pasandolo bien en París. Pero tenia
que volver a la panaderia, a repartir pan y a mirar pasar a la gente por la
calle, o pasarela, como le llama Pablo, mi vecino.
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