martes, 2 de julio de 2013

HISTORIA DE UN PUZZLE

Una vez, habían puesto a Rembrandt un buen autorretrato más bien grasoso, muy bonito, elegante y precioso por culpa de los colores. Lo mostraba sobre un pulgar sucio, corpulento y con una cama no muy bonita tampoco. En la otra mano tenía dinero, mucho dinero como si estuviera pensando en que podría pagar por adelantado. El rostro de disgusto que tuvo por la vida y por los cuadros le hizo llorar. Pero tenía siempre una alegría gigante que era brillante como gotas de rocío y como cuando ves a un borracho bebido alegre y te ríes mucho.

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